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Santiago Medina Carrillo

Fundado el 30 de Enero de 2011

lunes, 14 de febrero de 2011

Benito Pérez Galdós


Benito Pérez Galdós (1843-1920)

Benito Pérez Galdós nació en las Palmas de Gran Canaria, aunque casi toda su vida transcurrió en Madrid. Su única actividad profesional fue la literatura, a la que se entregó de modo tenaz e incansable. Conocía muy bien casi toda España y viajó también por el extranjero. Intervino en el vida política - llegó a ser diputado - y perteneció a la Academia de la Lengua. Sus últimos años fueron muy tristes: pérdida de la vista, dificultades económicas, trato injusto de su obra y su persona, atacadas por algunos sectores intransigentes de la sociedad española.

Galdós fue un hombre tímido y retraído que llevó una vida humilde, sin grandes pretensiones. En cuanto a la ideología, fue un liberal progresista, de mentalidad abierta y tolerante. Se empareja con Dickens, Stendhal, Balzac, ... en la gran novelística europea del siglo XIX. Después de Cervantes es el mas importante novelista español.
Obra Narrativa

1. Los episodios nacionales

Es un conjunto de cuarenta y seis novelas poco extensas, divididas en cinco series. Con ellas pretendió hacer la historia novelada de gran parte del siglo XIX: desde 1805 - derrota de Trafalgar- hasta 1875- Restauración de la monarquía borbónica. Galdós mezcla personajes de ficción con personajes históricos, importantes acontecimientos políticos y militares con sucesos cotidianos y privados. Consiguiendo de esta forma recrear una historia palpitante, cercana al vivir y sentir de sus contemporáneos.

Con un enfoque personal de los hechos, pero basado en un riguroso trabajo de documentación, logra el autor un acertado fresco de la compleja realidad española de ese siglo. El estilo es, a veces, descuidado, pero la narración es viva y animada. Los mejores títulos pertenecen a la primera serie: Trafalgar, Bailin, Zaragoza, Gerona, ...
2. Las primeras novelas

Las primeras novelas son de tesis. En ellas el autor, con el propósito de defender una ideología concreta, crea unos personajes y modela una realidad en función de lo que quiere manifestar. Los personajes son tipos que encarnan una idea y se dividen tajantemente, con un maniquismo primario, en buenos y malos. Las dos novelas más representativas son "Doña Perfecta"(1876) y "Gloria"(1877) , en las que se ataca la intransigencia y el fanatismo. En la primera el conflicto se plantea entre la intolerancia, soberbia e hipocresía de doña Perfecta y el progresismo liberal de su sobrino, Pepe Rey, que acabará siendo víctima de aquélla. En Gloria es la intransigencia religiosa la que impide la unión de dos personas que se quieren, pero que son de distinta religión.

3. Las "Novelas españolas contemporáneas"

Así denominó el propio Galdós a su grupo de novelas entre las que se encuentran los mejores títulos de su obra. Abandonadas las novelas de tesis, Galdós se convierte en un observador crítico, pero imparcial, de la sociedad española. Las principales características de estas novelas son la creación de ambientes reflejados con admirable exactitud, y la caracterización de personajes, que ya no serán tipos esquemáticos, sino figuras llenas de verdad y vida. El autor analiza la historia de su vida - la segunda mitad del siglo XIX -, el ambiente popular, los diversos estamentos sociales; pero será Madrid el centro de su visión: Madrid con sus calles, comercios, casas de huéspedes, tertulias de café, barrios pobres; y sus personajes: mendigos, burgueses ricos y burgueses venidos a menos, nobles arruinados, clérigos, cesantes, jornaleros, liberales y reaccionarios, fanáticos, estrafalarios, mezquinos, bondadosos e hipócritas...

Los principales títulos son: La desheredada (1881), El amigo Manso (1882), Tormento (1884), La de Bringas (1884), Miau (1888) y Fortunata y Jacinta (1886-1887), su obra maestra, en la que Galdós traza, enmarcado en un amplísimo panorama social, el inolvidable retrato de las dos protagonistas: Jacinta, la esposa virtuosa y pasiva, representante de una clase media segura y conformista, y Fortunata, la mujer del pueblo, espontánea, apasionada e instintiva. En medio de las dos mujeres, Juanito Santa Cruz, el joven burgués, egoísta y frívolo, mimado e irresponsable, marido de la primera y amante de la segunda.
4. Las últimas novelas

Las obras escritas en la década de 1890 manifiestán un cambio, aunque el procedimiento literario empleado - la exacta observación de la realidad - siga siendo el mismo. Ahora aparece una corriente espiritualista en los duros ambientes que el autor sigue mostrando. Galdós crea unos personajes que, movido por un profundo sentido cristiano, renuncian a todo para entregarse a sus prójimos. Las dos novelas mas representativas son Nazarmn (1895) y Misericordia (1897), una de sus mejores obras, en la que la caridad y bondad de la protagonista, Benina - el personaje más auténticamente evangélico de toda la literatura española -, se enfrenta con el egoísmo que la rodea.

Realismo y estilo

Galdós es un gran creador de ambientes, costumbres, situaciones y acontecimientos. Para ello observaba atentamente, anotaba y recopilaba datos. Por esta razón, y en la línea del mejor realismo, sus paginas producen el efecto de lo visto o vivido. Los personajes, tan variados, están caracterizados por pequeños detalles - forma de hablar, gestos -. En algunos cala en lo mas hondo de sus almas, gracias a su acusado conocimiento de los hombres y a su profunda intuición.

Con frecuencia se le achacan a Galdós ciertos descuidos o desaliño en el estilo. La verdad es que el autor nunca pretendió ser un preciosista en la manera de escribir. Buscaba la espontaneidad, la agilidad y la expresividad.

Su obra :


Misericordia

" Tenía la Benina voz dulce, modos hasta cierto punto finos y de buena educación, y su rostro moreno no carecía de cierta gracia interesante que, manoseada ya por la vejez, era una gracia borrosa y apenas perceptible. Más de la mitad de la dentadura conservaba. Sus ojos, grandes y oscuros, apenas tenían el ribete rojo que imponen la edad y los fríos matinales. Su nariz destilaba menos que las de sus compañeras de oficio, y sus dedos, rugosos y de abultadas coyunturas, no terminaban en uñas de cernícalo. Eran sus manos como de lavandera y aún conservaban hábitos de aseo. Usaba una venda negra bien ceñida sobre la frente; sobre ella, pañuelo negro, y negros el manto y vestido, algo mejor apañaditos que los de las otras ancianas. Con este pergeño y la expresión sentimental y dulce de su rostro, todavía bien compuesta de líneas, parecía una Santa Rita de Casia que andaba por el mundo en penitencia. Le faltaban sólo el crucifijo y la llaga en la frente, si bien podía creerse que hacía las veces de ésta el lobanillo del tamaño de un garbanzo, redondo, cárdeno, situado como a media pulgada más arriba del entrecejo. "

Benito Pérez Galdós


Nazarín

" El portal del edificio era como de mesón, ancho, con todo el revoco desconchado en mil fantásticos dibujos, dejando ver aquí y allí el hueso de la pared desnuda y con una faja de suciedad a un lado y otro, señal del roce continuo de personas más que de caballerías. Un puesto de bebidas —botellas y garrafas, caja de polvoriento vidrio llena de azucarillos y asediada de moscas, todo sobre una mesa cojitranca y sucia—,
reducía la entrada a proporciones regulares. El patio, mal empedrado y peor barrido, como el portal, y con hoyos profundos, a trechos hierba raquítica, charcos, barrizales o cascotes de pucheros y botijos, era de una irregularidad más que pintoresca, fantástica. El lienzo del Sur debió de pertenecer a los antiguos edificios del corral famoso; lo demás, de diferentes épocas, pudiera pasar por una broma arquitectónica: ventanas que querían bajar, puertas que se estiraban para subir, barandillas convertidas en tabiques, paredes rezumadas por la humedad, canalones oxidados y torcidos, tejas en los alféizares, planchas de cinc claveteadas sobre podridas maderas para cerrar un hueco, ángulos chafados, paramentos con cruces y garabatos de cal fresca, caballetes erizados de vidrios y cascos de botellas para amedrentar a la ratería; por un lado, pies derechos carcomidos sustentando una galería que se inclina como un barco varado; por otro, puertas de cuarterones con gateras tan grandes que por ellas cabrían tigres si allí los hubiese; rejas de color de canela; trozos de ladrillo amoratado, como coágulos de sangre; y, por fin, los escarceos de la luz y la sombra en todos aquellos ángulos cortantes y oquedades siniestras.
(...)
Subimos, al fin, deseando ver todos los escondrijos de la extraña mansión, guarida de una tan fecunda y lastimosa parte de la Humanidad, y en un cuartucho, cuyo piso de rotos baldosines imitaba en las subidas y bajadas a las olas de un proceloso mar, vimos a Estefanía, en chancletas, lavándose las manazas, que después se enjugó en su delantal de arpillera; la panza voluminosa, los brazos hercúleos, el seno emulando en proporciones a la barriga y cargando sobre ella, por no avenirse con apreturas de corsé, el cuello ancho, carnoso y con un morrillo como el de un toro, la cara encendida y con restos bien marcados de una belleza de brocha gorda, abultada, barroca, llamativa, como la de una ninfa de pintura de techos, dibujada para ser vista de lejos, y que se ve de cerca.
"
Benito Pérez Galdós




MARIANELA

Se puso el sol. Tras el breve crepúsculo vino tranquila y oscura la noche, en cuyo negro seno murieron poco a poco los últimos rumores de la tierra soñolienta, y el viajero siguió adelante en su camino, apresurando su paso a medida que avanzaba la noche. Iba por angosta vereda, de esas que sobre el césped traza el constante pisar de hombres y brutos, y subía sin cansancio por un cerro en cuyas vertientes se alzaban pintorescos grupos de guinderos hayas y robles. (Ya se ve que estamos en el Norte de España.)
Era un hombre de mediana edad, de complexión recia, buena talla, ancho de espaldas, resuelto de ademanes, firme de andadura, basto de facciones, de mirar osado y vivo, ligero a pesar de su regular obesidad, y (dígase de una vez aunque sea prematuro) excelente persona por doquiera que se le mirara. Vestía el traje propio de los señores acomodados que viajan en verano, con el redondo sombrerete, que debe a su fealdad el nombre de hongo, gemelos de campo pendientes de una correa, y grueso bastón que, entre paso y paso, le servía para apalear las zarzas cuando extendían sus ramas llenas de afiladas uñas para atraparle la ropa.
Detúvose, y mirando a todo el círculo del horizonte, parecía impaciente y desasosegado. Sin duda no tenía gran confianza en la exactitud de su itinerario y aguardaba el paso de algún aldeano que le diese buenos informes topográficos para llegar pronto y derechamente a su destino.
Benito Pérez Galdós


Trafalgar


“Pues bien: en nuestra lancha iban españoles e ingleses,aunque era mayor el numero de los primeros y era curiosó observar como fraternizaban,amparandose unos a otros en el común peligro,sin recordar que en el anterior se habian matado en horrendas lucha,más parecido a fieras que a hombres.Yo miraba a los ingleses remando con tanta decisión como los nuestros;yo observaba en sus semblantes la mismca cara de terrro o de esperanza y,sobre todo, la expresión propia de humanidad y caridad, que era el móvil de unos y otros.Con estos pensamientos decia para mí:
-¿Para que son las guerras Dios mio?¿Por qué estos hombres no han de ser amigos en todas las ocasiones de la vida,como son en las de peligro?Esto que veo¿No prueba que todos los hombres son hermanos?.
Pero venía de improvisto la idea de nacionalidad,aquel sistema de isla que yo habia forjado, y antes decía:
-Pero ya;esto de que las islas han de querer quitarse unos a otros algún pedazo de tierra,lo hecha todo a perder y sin duda, en todas ellas debe haber hombres muy malos que son los que arman las guerras para su provecho particular,bien porque son ambiciosos y quieren mandar,bien porque son avaros y anhelan ser ricos.Estos hombres hombres malos son los que engañan a los demás,a todos estos infelices que van a pelear;y para que el engaño sea completo,les impulsan a odiar a otros naciones;siembran la discordia, fomentan la envidia y aquí tienen ustedes el resultado.Yo estoy seguro-anadí-de que esto no puede durar;apuesto doble contra sencillo a que dentro de poco los hombres de unas y otras islas de que hacen un gran disparate armando tan terribles guerras, y llegara un dia en el que se abrazarán,convieniendo todos en formar una gran familia.
Así pensaba yo.Después de esto he vivido setenta años, y no he visto llegar ese dia


Benito Pérez Galdós

3 comentarios:

  1. UN gran clásico español que me llenomis espacios de lectura cuando era pequeño.
    Le tengo un gran cariño porque representa mis inicios a la lectura..
    Un saludo

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  2. Es un tanto cierto en mi caso, acá en Panamá, Benito Pérez Baldós es bien conocido, sobre todo por Marianela que es de obligada lectura, antes fuimos fuertemente influidos por la literatura española, con los aires de patriotismo nos hemos consumido algunos acercamientos en el correr latinoamericano, pero nada como la pureza de estos clásicos. Saludos, y gracias por este esfuerzo sostenido en pos de la buena literatura.

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  3. magnifica la biografia de este escritor como asi tambien toda su vida,aqui en valencia tenemos una calle con su nombre,en realidad es una gran avenida y debe haber en muchas partes de españa tambien muchas calles en honor a este escritor.

    gracias santiago por dar a conocer estos clasicos de la literatura española que han traspasado frontera llevando sus obras a muchos rincones del mundo.

    un fuerte abrazo amigo que pases un bonito dia!!!!!

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