martes, 22 de febrero de 2011

Manuel Machado Ruiz



(1874-1947)
El poeta Manuel Machado Ruiz nació en Sevilla, actual capital de la comunidad autónoma de Andalucía (España), el 29 de agosto del año 1874. Su padre (Antonio Machado Álvarez) era
un conocido folclorista sevillano de sobrenombre «Demófilo» y su madre Ana Ruiz. Su hermano fue otro poeta de talla similar y de trayectoria paralela: Antonio Machado. De su padre heredó con creces el amor a lo auténtico del carácter popular andaluz. También su infancia debió transcurrir en un patio de Sevilla, en donde habría un alegre huerto con, -al menos-, un limonero, en el seno del palacio de Las Dueñas, en donde su padre trabajaba como administrador de la ilustre casa ducal de Alba.
Pero cuando Manuel tenía 9 años, Sevilla se les había quedado pequeña y hubo que buscar fortuna en la capital de España, que siempre acoge a todos con los brazos abiertos. La familia se trasladó a Madrid y allí fue donde desarrolló lo importante de sus estudios que llegaron hasta la licenciatura de Filosofía y Letras. A partir de esos años, la familia Machado volvería a Sevilla en muy escasas ocasiones pero lo sevillano y lo andaluz siempre fue para él una referencia viva, aunque distante, por la nostalgia y el amor que derramaban sus padres hacia la tierra que les vio nacer.En Madrid, el joven Manuel empieza a dar a conocer sus primeras poesías. Con el transcurrir de los años, llegó a ser director de la Hemeroteca y Museo Municipal. Creó varias revistas literarias de escasa duración, y colaboró en periódicos diarios de Europa y América. En el año 1938 -en plena guerra civil- fue designado para ocupar un sillón en la Real Academia Española. Manuel y Antonio, dos poetas hermanos que despuntaban en aquel Madrid de principios del siglo XX, ambos llegaron a colaborar en la creación teatral,
siempre impregnada de situaciones que recordaban al típico ambiente andaluz. La obra cumbre de la creación teatral de los hermanos Machado, es sin duda «La Lola se va a los Puertos» de la cual se han hecho un par de versiones cinematográficas.
 


Otras obras teatrales en cooperación fraternal fueron «La duquesa de Benamejí» ; «La prima Fernanda» ; «Juan de Mañara» ; «Las adelfas» ; «El hombre que murió en la guerra» ; «Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel».
Después los dos hermanos poetas se encaminan por senderos separados que les conducen, hacia el final de sus vidas, a abrazar los dos diferentes bandos en los que desembocó España por culpa de la guerra civil. Manuel y Antonio, a pesar de recorrer caminos separados en la creación poética, siempre conservaron un paralelismo en sus obras,que cualquiera que las observe con algún detenimiento, descubrirá en cada una de ellas, algunos retazos o matices que delatan la fuente común de la que bebieron y vivieron. Tiene Manuel Machado una poesía titulada «Adelfos» que bien pudiera llevar el subtítulo de "Autobiografía". Se trata de una de las más bellas autobiografías poéticas de la literatura española; en ella, el poeta describe con bellos florilegios, una argumentación muy paralela a la contenida en la poesía «Retrato» de su hermano Antonio. Ambas poesías están construidas de versos alejandrinos; ambas poesías se componen de serventesios, -nueve serventesios la de Antonio, uno menos la de Manuel-; y ambas poesías describen con maestría inigualable, las autobiografías poéticas respectivas.
También tiene Manuel otro paralelismo asombroso, en relación con una bella poesía titulada «La saeta». Quizá, «La saeta» más conocida, la que puso música el cantautor J.M: Serrat, es la poesía de Antonio Machado. Pero no menos bella, aunque sí menos difundida es «La saeta» de Manuel Machado. Estos asombrosos paralelismos que se pueden detectar en los dos hermanos Machado,
no desmerecen en nada, la calidad poética de cada uno. De todo
ello hay que desterrar toda vaga sospecha de plagio y centrarnos
en la idea de unos orígenes, vivencias y estilos, lógicamente muy comunes. Después, la vida, con sus avatares, hizo que quedaran sus destinos muy separados, por culpa de las ideologías o del simple azar. De toda guerra civil, siempre se dice que es una lucha entre hermanos, y en el caso de estos dos poetas, no puede ser la frase de mayor literalidad.
Al llegar triunfante a Madrid, la sublevación de Franco en el año 1939, Manuel tuvo la desatinada ocurrencia de dedicar al militar golpista (y luego longevo dictador) una poesía de panegírico titulada «Al sable del Caudillo». Esto le valió a Manuel el reconocimiento y el salvoconducto para poder vivir dentro de un régimen que exterminó y arrojó al exilio a tantos poetas, literatos e intelectuales de mucha valía. Cuentan sus biógrafos, que poco tiempo después de publicada, sintió Manuel un gran arrepentimiento por escribir y publicar la fatal poesía, máxime cuando se enteró de la muerte de su madre y hermano, en el obligado exilio francés. En Madrid, el 19 de enero de 1947 moría este insigne poeta que nos dejó una buena colección de poesías, de calidad suprema.
Después vino el aperturismo español de los años 60 y 70 en donde ya se vislumbraba (o más bien se anhelaba) el final de la opresora dictadura franquista. Aquella juventud que militaba en el antifranquismo, dio de lado a todo poeta amparado por la dictadura, y empezó a abrazar a esos otros que murieron -o aún vivían- en el exilio. La obra de Manuel Machado fue dada de lado, y su vacío se llenó con la obra poética de su hermano Antonio. No se trata aquí de comparar cuál de los hermanos dispone de una mayor profundidad poética, más completa, de mayor calidad. Esto, como otras muchas cosas, queda para ser escogido por el gusto de cada cual. Pero nuestro poeta es el gran conocedor y divulgador de letras de los cantes flamencos, que a decir con el gracejo típico andaluz, ha quedado bajo el conocido nombre de "cante jondo". No es nada raro que parte de su inspiración la hubiera tomado de la enorme colección de letras de cantes flamencos, que su padre fue recopilando a lo largo de muchos años, tomadas directamente de los anónimos cantaores andaluces y que publicó en un libro titulado «Cantes flamencos».
Manuel Machado fue un gran estudioso de todos los estilos del cante flamenco y escribió poesías idóneas, que bien pudieran ser adaptadas para la música de una garganta y una guitarra española. Su estilo poético incluye estrofas de coplas, seguidillas, y soleares. Dentro de este último estilo, el poeta innovó una variante de soleá en la que el verso central tenía un número
desproporcionado de sílabas (9, 10, 11, ó más sílabas) que él mismo bautizó como soleariyas. También escribió romances octosílabos, cuartetos, serventesios y sonetos. Bajo el estilo de soneto, escribió como nadie los sonetos octosílabos, denominados sonetillos; y dentro de estos sonetos de arte menor, véase la filigrana que borda con el sonetillo trisílabo titulado «Verano». Cuando el poeta reproduce literalmente esas palabras típicas del decir andaluz, para mejor dar a entender al lector que no pertenecen al correcto lenguaje español, van escritas en letra cursiva. Ahora por medio de estos modernos métodos, se expone una de sus mejores antologías, para que sea apreciado y valorado con serena neutralidad; con ello, hacemos un agradecido homenaje al fino y gran poeta del alma andaluza.

Su poesia :






El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde... Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal, responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules, y en los ojos. lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
"Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!"
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: "¡En marcha!"
El ciego sol, la sed y la fatiga...
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.

Manuel Machado Ruiz

LAS MUJERES DE ROMERO DE TORRES




Rico pan de esta carne morena, moldeada
en un aire caricia de suspiro y aroma...
Sirena encantadora y amante fascinada,
los cuellos enarcados, de sierpe o de paloma...

Vuestros nombres, de menta y de ilusión sabemos:
Carmen, Lola, Rosario... Evocación del goce,
Adela... Las Mujeres que todos conocemos,
que todos conocemos ¡y nadie las conoce!

Naranjos, limoneros, jardines, olivares,
lujuria de la tierra, divina y sensüal,
que vigila la augusta presencia del ciprés.

En este fondo, esencia de flores y cantares,
os fijó para siempre el pincel inmortal
de nuestro inenarrable Leonardo cordobés.

Manuel Machado Ruiz


RETRATO


Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed...
Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...
Calaveradas, amoríos... Nada grave,
Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía...
¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido;
ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido.
Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla,
media docena de cañas de manzanilla.
Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-,
tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo.

Me acuso de no amar sino muy vagamente
una porción de cosas que encantan a la gente...
La agilidad, el tino, la gracia, la destreza,
más que la voluntad, la fuerza, la grandeza...
Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero,
a olor helénico y puro, lo "chic" y lo torero.
Un destello de sol y una risa oportuna
amo más que las languideces de la luna
Medio gitano y medio parisién -dice el vulgo-,
Con Montmartre y con la Macarena comulgo...
Y antes que un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido ser un buen banderillero.
Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa
es alegre, aunque no niego que llevo prisa.

Manuel Machado Ruiz  


LA LOLA



"La Lola se va a los Puertos.
La Isla se queda sola".
Y esta Lola, ¿quién será,
que así se ausenta, dejando
la Isla de San Fernando
tan sola cuando se va...?

Sevillanas,
chuflas, tientos, marianas,
tarantas, tonás, livianas...
Peteneras,
soleares, soleariyas,
polos, cañas, seguiriyas,
martinetes, carceleras...
Serranas, cartageneras.
Malagueñas, granadinas.
Todo el cante de Levante,
todo el cante de las minas,
todo el cante...
que cantó tía Salvaora,
la Trini, la Coquinera,
la Pastora...,
y el Fillo, y el Lebrijano,
y Curro Pabla, su hermano,
Proita, Moya, Ramoncillo,
Tobalo -inventor del polo-,
Silverio, Chacón, Manolo
Torres, Juanelo, Maoliyo...

Ni una ni uno
-cantaora o cantaor-,
llenando toda la lista,
desde Diego el Picaor
a Tomás el Papelista
(ni los vivos ni los muertos),
cantó una copla mejor
que la Lola...
Esa que se va a los Puertos
y la Isla se queda sola.

Manuel Machado Ruiz  

3 comentarios:

  1. Un gran poeta de una familia de poetas:Es un honor tenerlos aquí con nosotros.

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  2. Ne alegra saber que contamos con tan valiosa documentación para conocer un poco más a los grandes creadores de la Literatura, paso obligado en la aventura de escribir. Saludos y gracias, Santiago por dejarnos tan rica huella de tu paso.

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  3. ha sido un gusto porder conocer la boigrafia y los escritos de este escritor sevillano,gracias santiago por haber compartido este magnifico trabajo que se que lo haces con mucho cariño.

    te dejo un fuerte abrazo amigo y que sigas disfrutando de este dia!!!!!

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