En 1879, por razones laborales, su familia se trasladó a Madrid, luego residieron en Pamplona y posteriormente retornaron a Madrid.
Se recibió de Médico en Valencia, en 1891, tras una carrera mediocre, doctorándose en Madrid, en 1894. Ese mismo año, se dirigió a Cestona, para comenzar a ejercer la medicina, profesión que muy pronto comprendió que no le gustaba, además de enemistarse con las personas influyentes del lugar, por su carácter rebelde y hosco.
En 1895, retornó a San Sebastián, y de allí se dirigió a Madrid para hacerse cargo de una panadería, legado de su tía, de la cual su hermano Ricardo se había ocupado hasta el momento. Allí colaboró en periódicos y revistas.
Realizó viajes por Europa, acompañado por sus hermanos, por Ramiro de Maeztu, Azorín, o por José Ortega y Gasset.Sintió afición por la historia y las ciencias ocultas, por las teorías antropológicas de Lombroso y las convicciones filosóficas de Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzche.
En 1935 fue admitido en la Real Academia de la Lengua.
Su vasta obra, de más de cien libros, sencilla y antirretórica, se compone fundamentalmente de novelas, cuentos, ensayos, obras de teatro, lírica y biografías.
Ente sus novelas, de estilo abierto, con episodios sin sucesión de continuidad, se destacan:
“Tierra vasca”, trilogía que comprende La casa de Aizgorri (1900), “El mayorazgo de Labraz” (1903), y “Zalacaín el aventurero” (1909).
Otra trilogía, “La vida fantástica” de índole pesimista y anarquista, comprende “Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox” (1901), “Camino de perfección” (1902) y “Paradox Rey” (1906).
En la trilogía, “La lucha por la vida”, integra “La busca” (1904), “La mala hierba” (1904) y “Aurora roja” (1905).
En “La raza” reúne “El árbol de la ciencia”(1911), “La dama errante” (1908) y “La ciudad de la niebla” (1909).
En la trilogía “El pasado” recopila “La feria de los discretos”, “Los últimos románticos”y “Las tragedias grotescas”.
La trilogía “Las ciudades” Comprende “César o nada” (1910); “El mundo es ansí” (1912); “La sensualidad pervertida: ensayos amorosos de un hombre ingenuo en una época de decadencia” (1920).
“El mar”, reúne “Las inquietudes de Shanti Andía”(1911) “El laberinto de las sirenas” (1923); “Los pilotos de altura” (1931) y “La estrella del capitán Chimista” (1930).
En 1911, publicó “El árbol de la ciencia”.
Escribió una extensa novela histórica compuesta de 22 volúmenes, entre 1913 y 1935, sobre un liberal, antepasado suyo, Eugenio de Aviraneta, que nos revela pasajes históricos de la España del siglo XIX, publicada con el nombre de “Memorias de un hombre de acción”. Sobre este personaje escribió también una biografía “Juan van Halen o Aviraneta o la vida de un conspirador” (1931).
Entre sus cuentos se destacan, su primer libro “Vidas sombrías” (1900), recopilación de la mayoría de sus vivencias como médico en Cestona e “Idilios vascos”.
Entre sus ensayos, “El tablado de Arlequín” (1904), “La caverna del humorismo” (1919), “Momentum catastrophicum o Divagaciones apasionadas” (1924), sátira contra el nacionalismo vasco.
Entre 1944 y 1948 se conocieron sus Memorias, “Desde la última vuelta del camino”, de gran importancia para el conocimiento de su vida y su obra.
Falleció en Madrid, 30 de octubre de 1956. Su féretro fue transportado por sus seguidores, Ernest Hemingway y Camilo José Cela, y enterrado como ateo.
Libros:La busca
Zalacaín el aventurero
Fragmento de ¨ La Aurora Roja ¨
Los nubarrones iban ocultando el cielo; el viento venía denso, húmedo, lleno de olor de tierra; en las laderas, las ráfagas huracanadas rizaban la hierba amarillenta; en las cumbres, el aire apenas movía las copas de los árboles de hojas rojizas. Luego, las faldas de los montes se borraron envueltas en la niebla; el cielo se oscureció más; pasó una bandada de pájaros gritando...
Comenzaron a oírse a lo lejos los truenos; algunas gruesas gotas de agua sonaron entre el follaje; las hojas secas danzaron frenéticas de aquí para allá; corrían en pelotón por la hierba, saltaban por encima de las malezas, escalaban los troncos de los árboles, caían y volvían a rodar por los senderos... De repente, un relámpago formidable desgarró con su luz el aire y, al mismo tiempo, una catarata comenzó a caer de las nubes. El viento movió con rabia loca los árboles y pareció querer aplastarlos contra el suelo.
Los relámpagos se sucedían sin intervalos; el monte, continuamente lleno de luz, temblaba y palpitaba con el fragor de la tempestad y parecía que iba a hacerse pedazos.
- No hay que retroceder –se decía Juan a sí mismo.
La hermosura del espectáculo le admiraba en vez de darle terror; en las puntas de los hastiales de ambos lados, de esquistos agudos, caían los rayos como flechas.
Juan siguió, a la luz de los relámpagos, a lo largo de aquel desfiladero hasta encontrar la salida.
Al llegar aquí, se detuvo a descansar un instante.
Ya la tempestad huía abajo: por la otra parte de la quebrada, se veía brillar el sol sobre la mancha verde de los pinares...; el agua clara y espumosa corría a buscar los torrentes; entre la masa negruzca de las nubes aparecían jirones de cielo azul.
Comenzaron a oírse a lo lejos los truenos; algunas gruesas gotas de agua sonaron entre el follaje; las hojas secas danzaron frenéticas de aquí para allá; corrían en pelotón por la hierba, saltaban por encima de las malezas, escalaban los troncos de los árboles, caían y volvían a rodar por los senderos... De repente, un relámpago formidable desgarró con su luz el aire y, al mismo tiempo, una catarata comenzó a caer de las nubes. El viento movió con rabia loca los árboles y pareció querer aplastarlos contra el suelo.
Los relámpagos se sucedían sin intervalos; el monte, continuamente lleno de luz, temblaba y palpitaba con el fragor de la tempestad y parecía que iba a hacerse pedazos.
- No hay que retroceder –se decía Juan a sí mismo.
La hermosura del espectáculo le admiraba en vez de darle terror; en las puntas de los hastiales de ambos lados, de esquistos agudos, caían los rayos como flechas.
Juan siguió, a la luz de los relámpagos, a lo largo de aquel desfiladero hasta encontrar la salida.
Al llegar aquí, se detuvo a descansar un instante.
Ya la tempestad huía abajo: por la otra parte de la quebrada, se veía brillar el sol sobre la mancha verde de los pinares...; el agua clara y espumosa corría a buscar los torrentes; entre la masa negruzca de las nubes aparecían jirones de cielo azul.
PÍO BAROJA, Aurora Roja
Fragmento de ¨ El ärbol de la Ciencia ¨
— (…) Lo que hace a la sociedad malvada es el egoísmo del hombre, y el egoísmo es algo natural, es una necesidad de la vida. ¿Es que supones que el hombre de hoy es menos egoísta y cruel que el de ayer? Pues te engañas. ¡Si nos dejaran!; el cazador que persigue zorras y conejos cazaría hombres si pudiera. (…) ¿Es que tú crees que el egoísmo va a desaparecer? Desaparecería la Humanidad. ¿Es que supones, como algunos sociólogos ingleses y los anarquistas, que se identificará el amor de uno mismo con el amor de los demás?
—No; yo supongo que hay formas de agrupación social, unas mejores que otras, y que se deben ir dejando las malas y tomando las buenas.
—Esto me parece muy vago. A una colectividad no se la moverá jamás diciéndole: Puede haber una forma social mejor. Es como si a una mujer se le dijera: Si nos unimos, quizá vivamos de una manera soportable. No; a la mujer y a la colectividad hay que prometerles el paraíso; (…) En todas partes y en todas épocas los conductores de hombres son prometedores de paraísos.
—Sí, quizá; pero alguna vez tenemos que dejar de ser niños; alguna vez tenemos que mirar a nuestro alrededor con serenidad. ¡Cuántos terrores no nos ha quitado de encima el análisis! Ya no hay monstruos en el seno de la noche, ya nadie nos acecha. Con nuestras fuerzas vamos siendo dueños del mundo.
—No; yo supongo que hay formas de agrupación social, unas mejores que otras, y que se deben ir dejando las malas y tomando las buenas.
—Esto me parece muy vago. A una colectividad no se la moverá jamás diciéndole: Puede haber una forma social mejor. Es como si a una mujer se le dijera: Si nos unimos, quizá vivamos de una manera soportable. No; a la mujer y a la colectividad hay que prometerles el paraíso; (…) En todas partes y en todas épocas los conductores de hombres son prometedores de paraísos.
—Sí, quizá; pero alguna vez tenemos que dejar de ser niños; alguna vez tenemos que mirar a nuestro alrededor con serenidad. ¡Cuántos terrores no nos ha quitado de encima el análisis! Ya no hay monstruos en el seno de la noche, ya nadie nos acecha. Con nuestras fuerzas vamos siendo dueños del mundo.
Pío Baroja, El árbol de la ciencia
Poema
Canción de los Artríticos
Somos la flor y nata
de los artríticos,
somos la quinta esenciade los nefríticos;tenemos casi siemprehipertensióny una vaga hipertrofiadel corazón.Nuestra elegancia es cosabien manifiesta,nuestra presencia nuncaes muy molesta.Somos unos Petroniosde alta tensión,más fervientes del platoque de Platón.No pueden compararsecon los artríticoslos gafos ulcerososo sifilíticos.Somos productos natosde selección,que marchan por la vidacon distinción.Nos lleva suavementenuestro organismoa la gota, a la artritisy al reumatismo,y nos mete, por último,de un empujón,en el coma, que es signode conclusión.Somos la flor y natade los artríticos,somos la quinta esenciade los nefríticos;tenemos casi siemprehipertensióny una vaga hipertrofiadel corazón.
hola amigo,paso para desearte felicidades en este nuevo espacio creado para poder pasar a leer y disfrutar de nuevas poesias de la mano de grande escritores como lo eres tu amigo.
ResponderEliminardeseo que se sumen muchos nuevos amigos a este blog y asi que puedas dar a conocer muchas poesias y sus autores.
te dejo un fuerte abrazo y te deseo una muy feliz semana!!!!!!
esta asturiana te da las gracias por avisarme de este bellisimo espacio que como no creado por ti , así que aquí me tienes de seguidora, un besin muy muy grande de esta asturiana
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