miércoles, 2 de febrero de 2011

Concha Zardoya



Concha Zardoya González nació el 14 de noviembre de 1914 en Valparaíso, Chile, pero sus padres eran españoles (navarros y cántabros) y en junio de 1932, a los diecisiete años, se trasladó con ellos a vivir a España, primero en Zaragoza, luego en Barcelona y más tarde en Madrid.
En Madrid estudia Filosofía y Letras del 1934 a 1936, pero abandona los estudios cuando en Valencia asiste a un curso de Biblioteconomía y estalla la guerra civil. Trabaja entonces en Cultura Popular, institución que organizaba bibliotecas y actos culturales para obreros y soldados en los frentes, hospitales y fábricas, y en la radio.
Su único hermano, Alfonso, fallece en la guerra y ella comienza a escribir poemas, que publica en Hora de España. A principios de los años cuarenta, de vuelta en Madrid, vive de dar clases y hacer traducciones. Escribe Cuentos del antiguo Nilo , guiones de cine, prólogos de obras clásicas, y las series de Lecturas juveniles bajo el seudónimo Concha de Salamanca.
Reanuda sus estudios como estudiante libre y se licencia en Filología Moderna en 1947; ese mismo año obtiene el accésit al Premio Adonáis con Dominio del llanto.
Al año siguiente se traslada a los Estados Unidos impartiendo clases de Literatura Española en la Universidad de Illinois donde se doctora con la tesis España en la poesía americana. Más tarde trabaja en la universidades de Tulane, California, Yale, Indiana en Bloomington, y por último Boston.
En 1949 obtiene la Primera Mención Honorífica del Premio Catá de Cuentos en La Habana. Regresa definitivamente a España en 1977 a vivir a Madrid, donde escribe la mayor parte de sus obras.



En 1955 obtiene el Premio Boscán de Poesía por Debajo de la luz , en el 75 el Premio Fémina de Poesía con El corazón y la sombra. En 1980 gana el Premio Café Marfil de Poesía con Ritos, cifras, y evasiones , tres años más tarde obtiene el Premio Ópera Óptima con Manhattan y otras latitudes. En 1988 recibe el Premio Prometeo de Poesía.


Fallece en 2004 en Majadahonda (Madrid).

Obras

  1. La Araucana de Ercilla. Ensayo.
  2. Poesía y teatro de Gil Vicente. Ensayo.
  3. Cuentos del antiguo Nilo, 1944. Cuentos.
  4. Lecturas juveniles, 1945
  5. Pájaros del nuevo mundo, 1946. Poesía.
  6. Dominios del llanto, 1947. Poesía. ---- Accésit del II Premio Adonais 1947
  7. La hermosura sencilla, 1953. Poesía.
  8. Los signos, 1954. Poesía.  --- Accésit del Premio Ifach de Poesía
  9. Miguel Hernández. Vida y obra, 1955. Ensayo.
  10. El desterrado ensueño, 1955. Poesía.
  11. Historia de la Literatura Norteamericana: 1607-195, 1956. Ensayo.
  12. Mirar al cielo es tu condena, 1957. Poesía.
  13. La casa deshabitada, 1959. Poesía.
  14. Elegías, 1959. Poesía.
  15. Debajo de la luz, 1959. Poesía.
  16. Corral de vivos y muertos, 1965. Poesía.
  17. Donde el tiempo resbala, 1966. Poesía.
  18. Bellezas y expresión, 1967. Ensayo.
  19. Hondo Sur, 1968. Poesía.
  20. Los engaños de Tremont, 1971. Poesía.
  21. Las hiedras del tiempo, 1972. Poesía.
  22. Poesía española del siglo XX, 1974. Ensayo.
  23. El corazón y la sombra, 1977. Poesía. ---- Ganadora del Premio Fémina de poesía
  24. Diotima y sus edades, 1981. Poesía.
  25. Los ríos caudales, 1982. Poesía.
  26. Retorno a Magerit, 1983. Poesía.
  27. Manhattan y otras latitudes, 1983. Poesía. -------Ganadora del Premio Ópera Óptima
  28. Retorno a Magerit, 1984. Poesía.
  29. Formas de esperanza, 1985. Poesía.
  30. Ritos, cifras, y evasiones, 1985. Poesía. ------ Ganadora del Premio Café Marfil de Poesía
  31. Los perplejos hallazgos, 1986. Poesía.
  32. Altamor, 1986. Poesía.
  33. Gradiva y un extraño héroe. Madrid: Torremozas, 1987
  34. Gradiva y un extraño héroe, 1987. Poesía.
  35. La estación del silencio. Elegías, 1989. Poesía.
  36. Patrimonio de ciegos, 1992. Poesía.
  37. El don de la simiente. Madrid: Torremozas, 1993


Su Poesía

Dominio del llanto



                                              A Jerónimo y a José Luis Durán de Cotes


¡Ay! La tierra que habito, sin dinteles
se ofrece resignada al verde llanto
que de la nada viene al universo,
dominando en el centro de los ojos.

Hasta el cariño es agua de tristeza.
Hasta el cariño es césped vulnerable.
Y de lágrimas nacen las violetas,
el suave musgo negro de las ruinas.
¿Duros cielos que buscan el olvido
Propagan el dolor sobre la nieve?
¿Duros cielos agolpan, tumultuosos,
las legiones del llanto en los países?

¿Son los ángeles fieros, despeinados,
huidos del Señor y de sus tronos?
¿Son los caballos ciegos de los bosques,
en galopar frenético, sin rumbo?

¿Son las manos del viento, enloquecido,
golpeando las torres y los senos
de las vírgenes nubes, de las niñas
que lloran sin saber los sueños tristes?

¿O es el rayo de Dios que incendia y pide
torrentes de dolor para apagarse,
o refrescar la sed que tiene viva
con el llanto crecido entre los hombres?

Y el corazón se estalla como un fruto,
calcinado de amor bajo los árboles:
el compasivo llanto le convierte
en una roja flor desesperada.

(Dominio del llanto, cit., pp. 11-12)

Concha Zardoya


En otra orilla



                                                                      A Rosalía de Castro

En otra orilla estás, en donde sueñas
con el Sar y sus aguas de ceniza,
con montes grises y árboles desnudos,
con las dolientes brumas de las rías,
los tristes charcos negros de la lluvia
y el largo, largo viento que gemía.
En otra orilla estás, ya sin campanas,
pero sueñas aún con esas íntimas
aguas de hondas fuentes que lloraban
por desvalidas aves fugitivas.
Y la verde frescura de los campos
en la noche se acerca hasta tu orilla.
En la otra ribera te acompañan
los sueños que soñaste en la vida,
cumplidos ya, colmada primavera
de tu alma dulce, pura, sensitiva.
Y el más largo silencio de los muertos
te da su paz y larga compañía.


(El don de la simiente, cit., p. 13)

Concha Zardoya


El abanico
 

Ha cerrado tu mano el abanico
y sonreír tu boca sólo sabe
en dulce faz que el tiempo no ha borrado
todavía.
Desde tu ayer me miras y su niebla
encubre días, noches, largos años.
Más joven que yo eres, madre mía,
y parece que buscas un refugio
que yo quisiera darte sin dudarlo.
Hija mía
serías tú... Soy vieja -ya lo sabes-,
mas tu cuna sería el corazón
que no envejece nunca en su ternura:
en él te mecería dulcemente.
Y mecer tu sonrisa yo sabría.
Tu abanico ha de abrirse al nuevo aire
con ademán feliz y gesto suave:
la gasa rasgaría de gris niebla.
Trasvasadas sonrisas tuyas, mías,
unirán el pasado y el presente.
Han trasvasado amor de las dos almas:
se abre el abanico lentamente...
Y de nuevo a tu lado soy ya niña
y tú madre otra vez, con tu abanico
que abres y reabres sonriendo.

(Alrededores míos, cit., p. 43)

Concha Zardoya


En la noche



«Duérmete» - dicen
los que no duermen.

Se abren las sombras:
sus brazos te mecen.

Las aves del sueño
en ellas se ciernen.

Tus ojos, despacio,
a un pozo descienden.

Los pájaros, hondos,
tu sueño protegen.

Dormida, te salvan
de voces que temes.

Dormida, la noche
te vela sin verte.

(Diotima y sus edades, cit., p. 58)

Concha Zardoya

2 comentarios:

  1. hola amigo,gracias por presentarnos a esta gran escritora chilena,no la conocia y hoy gracias a ti he podido disfrutar de su vida y de sus obras que no son pocas.

    ya te preparare la bografia de un escritor muy querido no solo por mi sino por muchos argentinos,un escritor que veras no dejara indiferente a nadie,en cuando me desocupe te preparare su boigrafia,con imagenes y todo heeee jajajajja,ya veras que quedara un trabajo bien hecho.

    te dejo un gran abrazo santiago y sera hasta mañana amigo!!!!!!

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  2. UNA EXCELENTE ESCOGENCIA. QUE SENTIMIENTOS. WAO.

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